La oralidad tiene garantía en el pueblo. Hay que saber escuchar.
lunes, 22 de noviembre de 2010
“o pobo que deixa perder a súa palabra”
por Manuel María
(Os lonxes do solpor, 1993)
O pobo que deixa perder a súa palabra
creada, herdada, usada, revelada,
aquela que lle é propia e singular,
a que é unicamente súa,
está empobrecendo o mundo
e perpetrando o seu propio xenocidio.
Ese pobo vil
ollará aniquilada a súa lembranza
e o seu nome indigno
borrarase, sen máis, do universo:
hai agresiós á beleza e ao espírito
que a vida non tolera nin perdoa.
Valentín le temía al fuego, porque conocía el amor. “Por eso, quémate en el fuego fatuo, báñate en el verde lugar pero vuelve pronto a casa sana y salva.” 'Marilyn, la cenicienta y las mujeres CharlyGarcía
Mi bisabuelo tenía
fuegos fatuos en el alma
que iban trillando su rumbo
igual que las luces malas
Tenía del fuego el misterio
de pasión acumulada
con hijos bajo sigilos
de noches enamoradas.
Cuando las canas vinieron
y el fuego se hizo amenaza
los fantasmas se tornaron
los barrotes de su cama
Entonces desesperado
por la mujer que el amaba
gritaba que un fuego entero
le iba consumiendo el ansia.
Mi bisabuelo murió
pronunciando dos palabras
el nombre de su mujer
y en un susurro... fogata
Diario de campo Cuentos de familia. 1936
Valentín , mi bisabuelo, en sus últimos años le temía al fuego. Deliraba en su cama pidiendo ayuda para que las llamas no le llegaran. Su propio infierno fue perder a Isabel. Hay amores que matan dicen la gente y es cierto. No olvidar es una forma de morir porque no deja espacio para el mañana. Los fuegos fatuos, las luces malas, le llenaron el alma de apariciones y tanteaba buscando entre los rincones esa tenue figura que tanto amaba. Sin saberlo, construyó una fogata de resquemores contra su propio fuego y batalló hasta el último instante por no quemarse solo en un amor de dos que ya no era. La leyenda nos narra los fuegos fatuos del campo. Dicen que donde brillan hay almitas clamando luz...
Es tan triste cargarte como un mal pensamiento… Pronósticos de
ira dan las nubes aguadas y amenazan calmarme si apagan mi fogata.
Pero es tan grande el
fuego que me sale del alma que no puedo medirlo, ni explicarlo, ni nada.
Solo quiero que explote en crujido de ramas y en crepitar de voces que me
clamen venganza.
He tirado hacia el fuego laureles y hojarasca para que el
ruido aturda las pasiones turbadas encontrando el sonido que me lleve a
olvidarlas.
Que linda esta tormenta, que lindo croan las ranas y que
bueno es sacarse todo el odio del alma.
Apenas las gotitas van llorando su carga, la fogata desprende
un olor de pitanga. Voces de mis ancestros vienen para aplacarla, nanas, cantos
de grillos, brujas, duendes y hadas.
Vuelvo a la calma chicha de mi siesta bonanza y puedo
delinearte dentro de mi nostalgia. No necesito odiarte para saberte nada,
necesito este fuego que la lluvia me apaga.
Tengo rota la ira, la camisa mojada, los dedos ateridos, las
botas embarradas y un sueño alicorado de
fresas endulzadas.
Que linda esta tormenta, que lindo croan las ranas y que
bueno es sacarse todo el odio del alma.