FOGATAS DE ODIO
Hay fogatas de odio, pero son momentáneas
vienen acompañadas de una lucha cansada;
de repente, una chispa en el aire dispara
y la lucha se torna otra vez renovada.
Esas fogatas tienen llamaradas azules
tornasoles de iras, maldiciones airadas
son fogatas inmensas de leñitas ahogadas
en la rabia que tiene la impotencia estrenada.
No hay que apagar los fuegos de las fogatas malas
porque de ellas se sale
con el alma templada,
de esas mismas fogatas va surgiendo calmada
la mirada serena de piedad cotidiana.
Diario de campo. Campamento chaqueño. Sin
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Es tan triste cargarte como un mal pensamiento… Pronósticos de
ira dan las nubes aguadas y amenazan calmarme si apagan mi fogata.
Pero es tan grande el
fuego que me sale del alma que no puedo medirlo, ni explicarlo, ni nada.
Solo quiero que explote en crujido de ramas y en crepitar de voces que me
clamen venganza.
He tirado hacia el fuego laureles y hojarasca para que el
ruido aturda las pasiones turbadas encontrando el sonido que me lleve a
olvidarlas.
Que linda esta tormenta, que lindo croan las ranas y que
bueno es sacarse todo el odio del alma.
Apenas las gotitas van llorando su carga, la fogata desprende
un olor de pitanga. Voces de mis ancestros vienen para aplacarla, nanas, cantos
de grillos, brujas, duendes y hadas.
Vuelvo a la calma chicha de mi siesta bonanza y puedo
delinearte dentro de mi nostalgia. No necesito odiarte para saberte nada,
necesito este fuego que la lluvia me apaga.
Tengo rota la ira, la camisa mojada, los dedos ateridos, las
botas embarradas y un sueño alicorado de
fresas endulzadas.
Que linda esta tormenta, que lindo croan las ranas y que
bueno es sacarse todo el odio del alma.
1 comentario:
Duro y ardiente, como el fuego mismo. Simple y claro, triste y discreto: hermoso!
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